El «quintero» del Hogar de Ancianos celebró sus jóvenes 100 años
Juan Segundo Ruiz, el «dueño» de los jardines y la quinta del Hogar de Ancianos «La Merced» vivió ayer un día más que especial ya que, pese a la pandemia, pudo festejar a lo grande el haber llegado a cumplir un siglo de vida.
La celebración estuvo acotada a quienes lo rodean dentro del Asilo pero eso no fue impedimento para que disfrutara a pleno de sus jóvenes cien años.
Sus familiares no pudieron dar el presente físicamente pero lo acompañaron desde el sector externo del Hogar sin dejar de lado el canto del «Feliz cumpleaños» , con torta y vela incluidos.
Juan Segundo vive desde hace algunos años en el Hogar de Ancianos «La Merced» donde, con una voluntad admirable, se ocupa a diario de «hacer la quinta» fuente de alimentos de la que se nutre la cocina del asilo.
Allá por el mes de noviembre de 2019, su labor fue destacada por «El Diario» en una nota y derivó en que se convirtiese poco después en una de las personalidades destacadas del año, participando de la tradicional foto de este medio.
Hoy, a un año y meses de aquella charla que nos concedió, vale la pena rescatar parte del relato de quien se ha convertido en el amo y señor de un trozo de tierra del Hogar de Ancianos «La Merced», donde reside desde hace cerca de doce años, llegando a ganarse la simpatía y amistad tanto de los internos como del personal y las integrantes de la Comisión Directiva.
Allí, en su quinta «don» Ruiz recupera toda su vitalidad y como si los años y todo el trabajo que lleva acumulados en su ya centenaria mochila no existieran se ocupa de preparar la tierra a pala y rastrillo. sembrar las semillas o poner los plantines, cuidarlos a diario hasta que comienzan a dar los frutos que acerca a la cocina del Hogar para que se conviertan en el alimento de los internos.
SU HISTORIA DE VIDA
Chileno de nacimiento, siempre estuvo dedicado a trabajos rurales, con sus jóvenes 22 años decidió probar suerte en nuestro país. Su primer destino fue Río Negro, donde estuvo ocupado en la fruta. Cinco años después el destino lo trajo a Balcarce donde echó raíces.
«Y acá me quedé» señala comentando que estuvo en campos de Los Pinos y en la estancia «El Recuerdo» allá por los años 50 y hasta mediados de los 80 cuando «pasó a retiro» aunque jamás dejó de lado su diario abrazo a la tierra.
Ese romance lo tuvo en el campo, en su casa junto a su familia -hoy goza del afecto de sus hijas, nietos y bisnietos- y lo conserva vivo en el Hogar.
«Siempre me gustó hacer quinta. Me gusta hacer algo; me entretengo», afirma ante la atenta mirada de integrantes de la comisión directiva de la entidad que lo alberga y de la enfermera Eugenia Cepeda que con una mirada cómplice deslizaba que es casi imposible controlarlo. «Cuando puede se va a la quinta y ojo con que alguien quiera irrumpir sobre su territorio, por que ahí desaparece su buen genio», señalaba entre sonrisas y el callado asentimiento de Juan.
AUTODIDACTA
«Todo lo aprendí por cuenta propia y por voluntad» asegura afirmando que no siente cansancio cuando de estar en la quinta se trata. En esta época apenas despunta el sol se lo ve salir rumbo a «su» territorio y con el correr de las horas, pese al calor no deja su tarea.
«Siembro todo lo que se puede, acá todo es natural, sin agroquímicos ni nada de eso, lo que se cosecha se usa acá» sentencia para agregar: «Esta es mi felicidad., no me imagino sin hacer lo que hago. Voy a seguir mientras pueda».
Lo entristece que se pierda la costumbre de cultivar las propias verduras y frutas, mientras mira los surcos de los que comienzan a aflorar nuevas plantas dice: «Ojalá se conserve el hábito de cultivar. No hay que tenerle miedo a la tierra y al trabajo».
Esas palabras cargadas de vitalidad y ganas de vivir, dichas hace tiempo son replicadas ahora, en medio de la celebración de sus cien años y cabe repetir lo que sostiene en sus dichos y en los hechos: «Esta es mi felicidad., no me imagino sin hacer lo que hago. Voy a seguir mientras pueda».