Aspirinas, cigarros y bici: la increíble rutina de Nereo a sus 100 años
El vecino de Mechongué fue homenajeado por su comunidad y recibió saludos en vivo durante una entrevista radial. Expeón de campo, amante de la bicicleta y la poesía, asegura que su único medicamento diario es una aspirina. Su historia de vida y los secretos de una longevidad llena de afectos, humor y sencillez.
"ESTOY DEMASIADO MIMADO A MIS 100 AÑOS"
Nereo Di Marco cumplió un siglo de vida el 24 de abril de este año. La cifra impresiona, pero más lo hace su vitalidad: vive solo, hace los mandados, anda en bicicleta todos los días y fuma diez cigarrillos diarios. El dato lo desliza con picardía en una entrevista que concedió a Radio Mar del Plata, durante el programa "Aire Federal", conducido por Ignacio Melucci, donde fue homenajeado en vivo por oyentes y vecinos.
"Una aspirina todos los días, eso es todo", respondió con una sonrisa cuando le preguntaron por su lista de medicamentos. Y agregó, entre risas: "Ni yo entiendo cómo llegué. Nunca pensé que iba a vivir tanto".
NACIDO AL PIE DE LA SIERRA
Nereo nació en el campo, al pie de la sierra, en la zona rural de Balcarce, en plena época de caminos difíciles y partos lejos de cualquier sanatorio. "Cien años atrás, ni más ni menos", recuerda. La anécdota sirve también como una cápsula del tiempo que transporta a una Argentina rural, laboriosa, marcada por el esfuerzo cotidiano.
Durante su vida fue peón de campo, tractorista y conocedor profundo del trabajo con la papa. "Que no me vengan a decir que no conozco el trabajo, porque lo conozco todo, absolutamente todo", afirma con la autoridad de quien sembró con la azada y vio transformarse el mundo rural desde sus cimientos.
EL HOMBRE, LA FAMILIA Y EL PUEBLO
Nereo se radicó hace décadas en Mechongué, donde formó su familia y donde hoy es una figura entrañable para toda la comunidad. Tiene cuatro hijos -María Patricia, Domingo Alejandro, José Antonio y María Lidia-, diez nietos biológicos -Nicolás, Matías, Alejandro, Facundo, Sabrina, Manuela, Lucio, César, Benjamín y Camila-, cuatro nietos del corazón -Andrea, Brinda, Fabián y Martín- y cinco bisnietos -Catalina, Juana, Juan Pedro, Renata y Valentín-.
"Todo el pueblo me saluda", cuenta con orgullo. "A veces levanto la mano sin saber quién va en el auto, porque los vidrios son polarizados, pero igual saludo. Es maravilloso".
Además de sus nietos, Nereo cultiva pasiones sencillas que dan cuenta de su espíritu joven: lee, escribe poesía y anda en bicicleta todos los días, tanto a la mañana como a la tarde. "Lo hago con alegría, me encanta andar en bicicleta", dice. En esa combinación de actividad física, disfrute y contacto con la gente parece estar parte del secreto de su longevidad.
A sus cien años, mantiene también el hábito del cigarrillo: diez por día. Lejos de ocultarlo, lo menciona con naturalidad, como un "regalito de la vida".
LA RECETA PARA LA VITALIDAD
Durante la entrevista, el conductor le sugiere que escriba una receta para llegar a esa edad con tanta energía. Nereo se ríe: "Es que ni yo mismo lo entiendo". Sin embargo, en sus palabras se adivina una fórmula basada en lo afectivo, en el vínculo con su gente y en la actitud positiva.
"Tengo la poesía lista para el domingo", anticipó, refiriéndose al festejo que estaba organizando junto a su familia para celebrar sus cien años. No quiso adelantar nada, pero prometió que ese día la compartiría.
UN SÍMBOLO DEL PUEBLO
El aire de Mechongué se llenó de mensajes y saludos durante la entrevista. Uno de ellos, enviado por Carlos Velázquez, llegó en forma de décima, el tradicional verso criollo: "Lo saludo con respeto / aunque no soy muy canchero / con esta décima quiero / hacerles llegar mi afecto...".
Ese afecto llegó hasta la casa de Nereo, donde los micrófonos captaron la calidez de un hombre que no ha dejado de vivir con entusiasmo, con humor y con una humildad entrañable.
CIEN AÑOS NO ES NADA..O LO ES TODO
La historia de Nereo Di Marco es también una postal de otra Argentina. Una que se tejía entre surcos, sobre la tierra, en el esfuerzo diario y en el arraigo profundo con la comunidad. Su voz transmite la sabiduría de los que han vivido mucho sin dejar de sorprenderse por la vida.
En tiempos de inmediatez y vértigo, escuchar a Nereo -sereno, lúcido, agradecido- es también un recordatorio: el tiempo puede ser un aliado si se cultiva el amor, el movimiento y el sentido del humor. Y si no, que lo diga él: una aspirina por día, diez cigarrillos y una bicicleta. Pero sobre todo, una vida con historias para contar.