"Pocho" Martorello: historia viva de la comunidad

"Pocho" Martorello: historia viva de  la comunidad

Héctor "Pocho" Martorello es una persona de gran reconocimiento dentro de la comunidad local, tanto por su faz comercial que le ha otorgado numerosos vínculos como también por su labor religiosa, ya que es uno de los Legionarios de María y a través de los años se ha acercado a numerosas personas, generalmente para brindarle acompañamiento en momentos difíciles. Pero además en sus inicios y hasta hace algún tiempo desarrolló labores como decorador de interiores, siendo un iniciador de ese rubro en la ciudad, habiendo trabajado en ese sentido en diversas tiendas locales, de Miramar y Mar del Plata, inclusive prestando servicio en ocasión de visitas a Balcarce de presidentes argentinos.

Hoy en día tiene 89 años, hace más de medio siglo que está al frente de su local comercial de calle 19 entre 18 y avenida Kelly, lo atiende personalmente y a diario, además de los clientes ocasionales o habituales, recibe la visita de vecinos del lugar y de amigos que le ha dado la vida, lo cual lo regocija plenamente. Y le ayuda de alguna manera a atenuar ese golpe que significó la pérdida de su esposa María "Monona" Déramo hace seis meses, con la cual compartió 63 años de matrimonio.

PIONERO EN EL RUBRO

Una de sus primeras actividades por las que fue tomando notoriedad estuvo ligada a la ambientación de vidrieras de prestigiosas tiendas. Su imaginación y accionar le valieron a posteriori ser requerido constantemente en diversos lugares, sumándose al listado eventos de diversa índole, tanto en espacios cubiertos como al aire libre.

"En aquella época acá había tres grandes tiendas: Blanco y Negro, Casa Boo y La Capital. Tengo el orgullo de haber trabajado para todas ellas, era decorador de vidrieras. Por ejemplo me decían que había que hacer una vidriera de una novia, entones agarraba un rollo de tela blanca, aguja e hilo y creaba ese vestido en un maniquí. No era modisto, pero tenía idea. Hacía el vestido, lo iba cosiendo a mano y trabajando sobre el cuerpo, le hacía la falda y con raso un volado. Y armaba la vidriera en general, porque no era sólo hacer el vestido sino que había que hacer un ambiente de decoración compleja, con un fondo y un cortinado. Y la gente los domingos salía a ver vidrieras", contó en charla con El Diario.

Paralelamente a estos tres comercios, desarrollaba labores similares en horario nocturno en Casa Dante, Zapatería Bijou, Casa Montecarlo, Galcer, mercerías y otras. Y además su tarea era muy solicitada en épocas puntuales como las fiestas patrias, Navidad o fin de año, momentos en que con motivos alegóricos le daba un toque distintivo a las vidrieras de distintos comercios. Dibujaba, pintaba y realizaba fondos alusivos a una fecha determinada, por encargue de los propietarios de cada lugar.

"Como trabajaba en las tiendas con telas, me dije que yo era capaz de empezar a hacer cortinas. Con mi señora trabajábamos e íbamos a colocarlas a domicilio. Primero tuvimos una motito con tres ruedas, después una camionetita y yo iba a colocar cortinas. Y ya cuando me fueron conociendo me empezaron a llamar de todos lados", destacó.

Entre ellos uno fue José Rucilo, a quien le decoró inicialmente su casa en calles 26 y 23. Y que luego le propuso ir a realizar un trabajo de cortinado importante en cuanto a dimensiones en la estancia 'El Yoitué" del popular piloto de Turismo Carretera en los '60, Eduardo "Tuqui" Casá. Luego recibió una invitación de la estancia "La Brava", de Paz Anchorena, donde le acercaron telas adquiridas en Francia para que les confeccionara cortinas de tres metros de altura.

"Y acá tuve un empuje muy lindo que me lo dio la señora Blanca Díaz de Crovetto, que cuando hizo su chalet de calle 19 confió en mí y me dijo que yo me tenía que lucir con ella, que confiaba en mi capacidad y quería que le decorara toda la casa. Era una gran responsabilidad, tuve que hacer cortinados, colchas y toda la ambientación. Y después como ella tenía grandes relaciones me iba recomendando, la señora hablaba muy bien de mí y conseguí una clientela muy importante".

FACETA COMERCIAL

Con el correr del tiempo empezó a incursionar en el rubro comercial y continuaba con los trabajos de decoración en forma paralela, llevando a cabo ambas actividades hasta hace algunos años, cuando decidió finalmente dedicarse de pleno a su actual local.

Sus inicios fueron en calle 17 entre 12 y 14. "Con mi señora teníamos una mercería y taller de costura deportiva, después pasamos a un salón que modifiqué en la 17 esquina 20, para después irnos a la Galería '25 de Mayo', cuando se inauguró, eran dos salones hermosos y tenía un negocio con regalos, lámparas, cuadros, decoración, cortinados, telas, colchas. Y una vez que se desocupó este lugar donde estoy ahora, me vine para acá, donde estoy hace 51 años".

Con el paso del tiempo fue anexando artículos a los ya tradicionales, por caso elementos diversos de mimbre, los que actualmente posee a la venta en su local, en el cual, por otra parte, es dueño de una particularidad: es el único comerciante en actividad de todos los que en su momento existieron en esa cuadra. Al momento de analizar los motivos de esto, lo atribuyó a que "nunca bajé los brazos, dije Dios me va a ayudar, me encomendé a la Virgen María, era rezar y llorar".

JUNTO A LA IGLESIA

Desde pequeño le gustaba mucho ser monaguillo, siempre tuvo acercamiento a la Iglesia, ya en otras etapas concurriendo habitualmente a misa y participando más decididamente en diferentes actividades.

"Yo fui uno de los creadores de la Capilla de Luján en el barrio 'San Martín', doné la imagen que la hice traer desde Buenos Aires, luego el padre Ardanaz bendijo el terreno. Después hicimos el Hogar 'San Camilo', que ahora está cerrado. Como yo tenía tanta fe me invitaron a participar de una Legión de María en la Capilla 'San Cayetano', donde nos reuníamos, rezábamos el Rosario y visitábamos enfermos en el Hospital, geriátricos, hostales y domicilios particulares", mencionó Martorello, quien presidió durante seis años el grupo que se encargó, entre otras cosas, de construir dentro de la citada capilla de Luján un espacio de reuniones.

También se encargó de organizar viajes a visitar las Vírgenes de Lourdes, Luján y llegarse a otros sitios comunes para los católicos, además de orientar en sus inicios al recientemente designado diácono Walter De Santis, a quien acompañó desde un principio hasta el día de su ordenamiento ocurrido semanas atrás. Pero sin dudas que, motivado por el amor hacia la Virgen María, una de sus acciones predilectas siempre fue la visita a enfermos para brindar un acompañamiento desde la oración.

"Cuando iba al Hospital muchas personas decían: llegó el padre Pocho, llegó el Padre Pocho. Yo iba a rezar con los enfermos, recorría cama por cama, llevaba agua bendita y les daba una estampita. Siempre tuve las puertas abiertas del Hospital, los enfermos siempre me recibían bien, los que no eran católicos me decían gracias. Yo siempre iba con mi Virgencita. El otro día una señora se acordaba que yo le había reglado un rosario y un estampita hace diez años en el Hospital cuando estaba su hija enferma, otro señor que pasó por acá me mostró una estampita toda arrugada que llevaba en la billetera, me dijo que se la había dado yo cuando lo visité en terapia hace diez años. Cómo se acuerda la gente…".

Ese accionar le despertaba siempre sensaciones positivas, como que acudir en esos momentos era de gran ayuda para quien padecía de alguna dolencia: "yo me sentía en paz, sentía que mi presencia ayudaba a los enfermos. Los familiares me agradecían por ir, porque el cura no iba, sólo cuando estaban por morir. Yo no tenía medio de contagios, iba con agua bendita, rezaba con ellos, les regalaba estampitas o un rosario. Y rezándoles se murieron tres personas en el Hospital, por eso hay que tener mucho temple y coraje para estar rezándoles".

EN CARNE PROPIA

Hace unos 15 años, "Pocho" Martorello fue internado de urgencia en el Hospital "Dr. Felipe A. Fossati" por una infección de vesícula, recibió la operación correspondiente y una situación surgida de la misma desencadenó en su derivación a terapia intensiva, donde permaneció cinco días sin despertar.

Una experiencia que no se olvida: "cuando desperté, me fue a ver mi hijo Daniel y me preguntó cómo me sentía. Le dije que estaba tan bien que no quería despertarme, me veía rodeado de corderitos blancos balando, había como una niebla y un señor vestido de blanco cuidándolos. Mi hijo habrá pensado que estaría loco y me seguía la corriente. Después me pasaron a la habitación común pero no podía levantarme y la señora de Repetto Aguirre se comunicó a Mar del Plata con el Padre Carlos Sara, que vino y se quedó conmigo, en un momento me dijo hoy te vas a levantar. Y esa tarde yo ya andaba visitando a otros enfermos".

En su estadía en el nosocomio recibió la visita de pastores evangélicos, de los testigos de Jehová y adventistas, todos ellos en algún momento habían recibido su presencia en momentos de enfermedades transitorias que los habían derivado a ellos mismos al Hospital.