Fernando de la Torre«Quiero ganarme a mí mismo en cada aventura que emprendo»

Fernando de la Torre«Quiero ganarme a mí mismo en cada aventura que emprendo»

Al cabo de una expedición que se extendió durante diez días, Fernando de la Torre y un grupo de amigos hicieron cumbre en el cerro Aconcagua. Para él no fue la primera vez en lograrlo, pero el sabor de esta ocasión resultó diferente y el trayecto de escalamiento, también. Alcanzaron el objetivo en la octava jornada, a media mañana, acompañados por el buen clima que sin dudas ofició de ayuda en el tramo final. Otro capítulo más en la vida de este profesor de educación física, guardavidas, triatleta y montañista, entre otras de las actividades que ocupan su existencia.

«La ruta que elegimos era desconocida para mí, porque uno de los desafíos que teníamos junto al otro integrante de la expedición, Oscar Ferré, era reintentar aquella cumbre que habíamos hecho en 2001, por primera vez, en el cerro Aconcagua, pero esta vez con una ruta nueva. Ingresamos por el valle de Río Vacas, para completar la ruta Aconcagua 360, que se llama así porque da toda la vuelta y te ofrece la posibilidad de verlo en todas sus caras. Entramos por ahí y salimos por el valle del río Horcones, que es el que nosotros habíamos hecho con anterioridad y lo que se considera la ruta normal. La idea en un principio era hacer la Falso Polaco, que es el único glaciar que tiene el Aconcagua, pero por las condiciones climáticas adversas se hacía difícil subir», comentó en charla con El Diario.

Junto al balcarceño estuvieron su compañero y prácticamente hermano de la montaña, Oscar Ferré, su  pareja Mabel Ramírez y también Angel Membrado, hijo de un amigo español, de tan sólo 22 años pero con un futuro y potencial enorme en la montaña, según dio a conocer.

«Uno de los grandes desafíos que teníamos era formar un buen equipo y hacernos fuertes para poder alcanzar la cumbre. Y así fue, gracias a Dios se formó un gran equipo. Angel aportó la energía y fuerza de su edad, nosotros con Oscar y Mabel con más de cincuenta años aportamos la experiencia, sumando ambas cosas para lograr un objetivo tan grande».

EN MENOS DIAS

Este tipo de expedición como Aconcagua 360 se hace en aproximadamente 17 días, según hizo saber de la Torre, pero junto a los demás integrantes del equipo y a sabiendas que podían llegar a estar mal aclimatados por causa del tiempo adverso, analizando que la única oportunidad de hacer cumbre era el día en el cual el pronóstico brinda una puerta de relativo buen clima y disminución del viento, aprovecharon y la realizaron en varios días menos.

«Muchas expediciones salimos del campamento Cólera, que se encuentra a 5900 metros, es el último que hay y de ahí salen todos. Coinciden las dos rutas, la normal y la 360, así que en ese último campamento de altura coinciden los escaladores y desde ahí atacan la cumbre. Salimos a las 3.40 de la mañana, la temperatura marcaba -34º, la sensación térmica era tan baja que no había posibilidad de quedarse quieto y teníamos que avanzar continuamente, al menos hasta que saliera el sol. Salimos con linternas, de noche, con muchísimo frío, tratando de no parar para no congelarnos».

En el transcurso del trayecto muchas expediciones optaron por dar la vuelta, varias de las personas que los guías trasladaban empezaron a sentir síntomas de cansancio y frío, lo que los obligó a desertar. Pero el equipo de Fernando de la Torre continuó e inclusive fueron pasando algunos grupos que habían salido antes. Envalentonados en las alturas, desplegaron todo lo que les quedaba: «llegó el momento de entrar a un lugar que se llama el Portezuelo del Viento, después a La Cueva y de ahí a La Canaleta, que son los 200 metros finales antes de la cumbre, donde se empalma el Filo de los Guanacos y se logra ver la cumbre sur. Desde ahí se enfila hacia la cumbre norte, que en definitiva es la más alta».

Sus compañeros Oscar y Mabel venían a un ritmo más lento, por lo cual en un punto en común decidieron que ellos formarían un tándem y el otro estaría compuesto por Fernando y Angel. Estos dos comenzaron a marcar el rumbo también al resto de la expedición, integrada por más de 20 personas. «Fue una experiencia muy linda que tuve, poder abrir camino para los que venían detrás nuestro. Y después llegar a la cumbre en solitario con Angel, no encontrar a nadie, es una experiencia muy fuerte y seguramente una de las cosas que se van a quedar para toda la vida».

FUTUROS DESAFIOS

Los desafíos son una constante en la vida de Fernando de la Torre, por eso ya proyecta algunos más: «los aventureros somos eternos soñadores. Estando en el Aconcagua, con Oscar y Mabel estábamos pensando en la próxima aventura. Ellos son de San Juan así que tenemos en mente subir al Mercedario, que lo tienen relativamente cerca, es muy bonito y vecino del Aconcagua. Después está en mente la ruta de los seismiles, que sale desde Fiambalá en Catamarca y recorre 200 kilómetros hasta llegar al paso fronterizo San Francisco, que tiene 4700 metros y es el segundo paso más alto del mundo detrás del Himalaya. De ahí se cruza a Chile y la idea es hacerlo en bicicleta, dejarlas y ascender al volcán San Francisco, de 6080 metros, muy cercano a la ruta. Estoy involucrando a amigos que hacen bici, para introducirlos un poco en el mundo de la montaña, combinando ambas disciplinas, seguramente a fin de año lo haremos».

AVENTURERO

«No me considero montañista sino más que nada un aventurero. Acá comenzamos con las montañas menores desde Tres Picos en Sierra de la Ventana, luego el Volcán Lanín, después el curso de hielo en el cerro Tronador, el curso de escalada en roca en la zona de Bariloche y luego con montañas de más envergadura como el volcán Domuyo. Hace años por el tema del deporte había dejado de lado un poco el montañismo, hasta que surgió el desafío de volver, con 56 años y el cuerpo más viejo pero el mismo espíritu, desafiandome a mí mismo, como siempre lo hice. Por eso me considero un aventurero y no un deportista, yo quiero ganarme a mí mismo en cada aventura que emprendo».

En el plano internacional tuvo la chance de escalar el Mont Blanc y conocer el Himalaya, en el que estuvo casi dos meses en Nepal, admirando parte de lo que define como las «Ligas Mayores» y ascendiendo casi 7000 metros. Además, accedió al campamento base del Monte Everest.