“Los castigados siempre son las dos puntas de la cadena ganadera: el productor y el consumidor”

“Los castigados siempre son las dos puntas de la cadena ganadera: el productor y el consumidor”

Una declaración periodística generó tensión en la cadena agroindustrial días pasados. Fue cuando la secretaria de Comercio Interior, Paula Español, expresó que al Gobierno de Alberto Fernández no le iba a temblar el pulso si tenía que cerrar las exportaciones de carne vacuna para frenar la suba de los precios de los cortes en el mercado interno.

Luego trató de suavizar el tema diciendo que también se estudiaban otros mecanismos como encajes o cupos.

Sus dichos generaron una inmediata reacción adversa en la oposición política y en sectores de la dirigencia rural como la Mesa de Enlace, quienes recordaron la política aplicada por el kirchnerismo para la actividad ganadera en 2005 y que se prolongó hasta el 2015.

Los instrumentos aplicados como el aumento de peso mínimo de faena, suba de derechos de exportación, listas de precios máximos en Liniers, cierre de exportaciones, compensaciones, encajes productivos y ROE rojo, entre otros, sirvieron para perder diez o más millones de cabezas de ganado, aseguran en el sector, además de provocar el cierre de frigoríficos y una caída en el ingreso de divisas por exportaciones del orden de los 10 mil millones de dólares, según calculó un estudio de la Universidad Católica Argentina (UCA).

A este tema se le sumó otro en las últimas horas, también cuestionado por el sector, como lo es la creación de un registro para anotar exportaciones de carne vacuna en procura de evitar desequilibrios de oferta al mercado interno y evitar irregularidades en los despachos al exterior. Incluso la Mesa de Enlace se declaró en estado de alerta.

MUTTI: “NO ES NADA NUEVO, ERA ESPERABLE”

A Gerardo Mutti, presidente de la Sociedad Rural de Balcarce, no lo sorprendieron las declaraciones de la funcionaria nacional Paula Español. “No es nada nuevo, era esperable. Hace más de quince años esta gente empezó con medidas para tratar de combatir a la ganadería, inexplicable porque es una de las actividades económicas que ha hecho grande a la Argentina en otras épocas y por la cual se la reconoció a nivel internacional”, expresó indignado el dirigente.

Recordó luego Mutti que fue el kirchnerismo en 2005 el que, por ejemplo, estableció el peso mínimo de faena, “que aún se mantiene. Estuvo palanqueado esa medida por la industria porque le interesa tener ese factor de presión hacia el productor, que no tiene la libertad de vender su producto cuando lo desee con el argumento de que con esas medidas se va a aumentar la producción de carne, cuestión que es totalmente incierta.

La única forma de aumentar la producción de carne es que el negocio sea rentable. Esto es lo que estimula la inversión y hace que con el mismo stock, haya una mayor extracción de kilos de carne al aumentar la productividad. Nadie va a engordar más animales para venderlos más baratos después de criarlos y que finalmente el negocio sea negativo”.

- La estadística dice que la ganadería perdió unas 10 millones de cabezas de bovinos.

- Hay distintos números. Se habla de 10 millones pero en su momento se dijo que fueron 12 millones pero para mí, que trabajo paralelamente en el tema sanitario, fueron 14 millones por los números observados en la vacunación. No es lo mismo 14 que 10 millones, que todavía no se han recuperado si bien hay un movimiento en esa dirección. La producción ganadera no es instantánea. Los procesos son prolongados, llevan años. Hoy la ganadería pasa por un momento de buenos valores pero hay una acción tendiente a talarlo.

- ¿Por qué motivo, entiende usted, el Gobierno ataca la producción ganadera?

- Hay que decir que hay un aumento del valor de la carne porque el maíz, que es el principal componente de la dieta animal a corral, se encareció mucho. Los números no dan y los feed lot, los supermercados y frigoríficos que están involucrados en el negocio, se posicionan en esos precios. No entiendo entonces este ataque a la ganadería como tampoco el cierre a las exportaciones. El problema está en otro lado donde hay un manejo arbitrario de parte del negocio en el país, en el cual el gobierno es cómplice. Y acá nadie dice nada mientras seguimos vendiéndole pescado podrido a la gente diciéndole que pagan una fortuna la carne. Entiendo que ir a la carnicería duele mucho pero no tenemos los productores la culpa. Somos argentinos también y no tenemos la culpa de habernos empobrecido. El ganadero labura todos los días.

-¿Pretende el Gobierno que el productor ganadero deje la actividad para liberar campos para la soja y así recaudar más con las retenciones?

- Si, más allá que la recaudación del Gobierno por exportación de carne no es mala. Lo que sucede es que el retorno de divisas de la agricultura es mucho más rápido y esto le gusta más al Gobierno. Con respecto a la soja quiero decir que si bien superó los 500 dólares la tonelada, les recuerdo que el productor argentino recibe 200 dólares de los oficiales lo cual es arbitrario, no es real. Las retenciones es una metida tremenda de mano al bolsillo del productor de la cual nos acostumbramos y perdonamos. Pero esto es imperdonable. Lo mismo para el gobierno de (Mauricio) Macri que amagó con sacar las retenciones pero volvió a instalarlas al final. Es nefasto todo esto. Se quedan con parte de la propiedad de personas que salen todos los días a trabajar. Después discutamos lo que gana cada uno.

-¿Por qué, desde su visión, no se termina con ese esquema que perjudica al sector?

- La ganadería no es una actividad que hace multimillonaria a la gente y ni hablar al productor. El productor se hace fuerte en la cría que, paradójicamente, es la menos rentable de toda la cadena. A partir de ahí aparecen otros sectores del negocio como supermercados, feed lot y frigoríficos que tienen su sistema armado. Ese no la ve el productor y es donde muchas veces se arman los precios y se producen los grandes negocios. Los castigados siempre son las dos puntas de la cadena: el productor y el consumidor. Algún día alguien tendrá que terminar con esto. A la gente le cuesta acceder al consumo pero la carne tiene un valor regional e internacional. En Brasil, Uruguay, Chile y Paraguay, por ejemplo, su valor no está cerca del nuestro, que es más bajo cuando nuestra carne siempre fue superior en valor porque es la mejor del mundo.

EL CAMINO DEL CAMPO A LA GÓNDOLA

Un tema recurrente del cual se habla es la brecha existente entre el precio de la carne, desde el momento que sale del campo hasta que llega a la góndola.

Mutti desmenuzó los componentes de la cadena comercial que llevan a la conformación final del precio del kilo de carne. Consideró que el valor con el cual llega al mostrador “puede estar un poco sobrevaluado debido al largo camino que recorre en la cadena de comercialización. Siempre digo que hoy, con la tecnología disponible, tendríamos que volver a los mataderos municipales que posibilitaba que el productor le vendiera directamente al carnicero. El recorrido de ese animal era local. Pero los tiempos cambiaron por reglamentaciones sanitarias. Se impusieron normativas que son afines a determinados sectores para así poder armar grandes negocios en los cuales queda excluido la producción y el consumidor. La defensa de las dos puntas de la cadena sería muy buena si se volviera a las cosas simples. El nuestro es el país de las vacas.

- ¿Cuáles son los eslabones de esa cadena comercial que genera esa distorsión del campo a la góndola?

- Los eslabones claros son: la compra al productor, la venta al frigorífico, luego al supermercado y finalmente al consumidor. A estos a veces se agrega un intermediario en la venta a las carnicerías. Es lógico que cada uno tenga su rentabilidad pero existen formas de abaratar costos. Se habla de hacer un estatus único sanitario como el que requieren la Comunidad Económica Europea y China, por citar dos ejemplos, y nosotros consumir esa misma carne. Entiendo que podemos consumir carne de excelencia en lo sanitario sin tener que cumplir con aquellos requisitos, que deben ir acompañados por una gran inversión. En un matadero municipal, con un veterinario y operarios capacitados, te aseguro que tenés la sanidad garantizada. Lo que se requiere es que la carne cumpla con dos ó tres requisitos esenciales. Ganaría más el productor, el carnicero, el transportista y en el tiempo también el consumidor.

-¿Considera que con una serie de medidas la ganadería le puede competir a la agricultura de igual a igual?

- Si. En el interior del país, y en Balcarce mismo, se consume carne de vaca gorda, muy buena y que tiene un valor muy diferente a un novillito especial de feedlot. Esta carne acá no hay y si alguien la vende más barata, es de calidad inferior. Por eso digo que hay muchas cosas por hacer. Estoy convencido que para que la ganadería vuelva a ser una actividad trascendental en el país y que pueda competirle abiertamente con la agricultura, retomando los campos esa condición con pasturas y verdeos, debe tener mejores valores que los actuales. No quiero decirle a la gente que no coma mucha carne, todo lo contrario. Por eso hay que buscarle la forma al negocio. Agrego un tema más: la conservación del recurso suelo. Hay una campaña internacional fuerte con respecto a las emisiones de dióxido de carbono. Se produce un balance positivo con las pasturas por los nutrientes y los montes.